¿Qué decir de los campos de lino de mi Normandía natal? Estas delicadas flores púrpuras, que en junio dan al campo un fugaz toque de color, tienen un impacto medioambiental muy interesante. 

Hidratadas exclusivamente por la lluvia, las plantas de lino no necesitan riego. Además, al cosecharse hasta las raíces, no hay desperdicios ni desechos desafortunados.

En cuanto a las cualidades de su fibra, son excepcionales: resistente, termorreguladora, antibacteriana e hipoalergénica. No es de extrañar que la humanidad la utilice desde hace miles de años.

Nunca me ha gustado la idea de trabajar con pieles de animales, pero cuando el corcho no es adecuado para el objeto que estoy creando, opto por el algodón recubierto, que tiene la ventaja de ser reciclable y biodegradable, o la piel sintética. Reconozco que su huella ecológica no es la ideal, pero se puede lavar a máquina. Y para una madre como yo, es un argumento que sigue teniendo peso. 

Hoy, mis esperanzas están puestas en Piñatex: un cuero vegetal hecho de piña, desarrollado por la española Carmen Hijosa. Sigue siendo caro, su cuidado es delicado, pero sus cualidades estéticas son impresionantes. Cultivado en Filipinas y luego procesado en España, Piñatex es un material casi local, ¡ya que la empresa Ananas Anam está a menos de una hora de mi taller! 

Y, por supuesto, el algodón, que es esencial en mi taller. Como sabes, el algodón no es neutro en términos de contaminación del suelo. Por eso me aseguro de elegir algodón orgánico certificado GOTS o algodón garantizado libre de sustancias nocivas por la etiqueta Oeko-Tex 100. 

No obstante, puedo hacer excepciones a esta norma para garantizar el reciclaje de tejidos olvidados, por ejemplo, o cuando mis proveedores locales no están disponibles. 

En todos los casos, la composición de los productos Æmilia se indica siempre cuidadosamente en la pestaña Composición de las fichas de producto.